Frase de fútbol de Pelé

'Cuanto más difícil es la victoria, mayor es la felicidad de ganar.'

Frase de fútbol de Maradona

'Si vas paso a paso, con confianza, puedes llegar lejos.'

Frase de fútbol de Messi

'Tienes que luchar para alcanzar tus sueños. Tienes que sacrificarte y trabajar duro para ello.'

Frase de fútbol de Cristiano Ronaldo

'Cada temporada es un nuevo reto para mi, y siempre me propongo mejorar en términos de partidos, goles y asistencias.'

Frase de fútbol de Michel Platini

Un equipo de fútbol representa una manera de ser, una cultura.

martes, 31 de octubre de 2023

Arsenio Erico, el paraguayo de oro

El 30 de Marzo del año 1915, nacía en la ciudad de Asunción don Arsenio Pastor Erico Martínez, quien luego sería conocido por sus múltiples apodos: “El Saltarín Rojo”, “El Paraguayo de Oro”, “El hombre de mimbre”, “El hombre del trampolín invisible”, “El ángel que jugo para los diablos”, “El diablo saltarín”, “el Semidios de Avellaneda”, “el virtuoso”, “El aviador”, entre otros más.

Arsenio Erico, el paraguayo de oro

Arsenio Erico, el paraguayo de oro

Hijo de Don Guillermo Erico y Doña Margarita Martínez, tuvo tres hermanos: Armando, Adolfo y Dario. Realizó sus primeros estudios en la Escuela Gral. Díaz, mientras que la secundaria en el Colegio Natalicio Talavera y en el Colegio Nacional de la Capital. Ya en su niñez Arsenio Erico era reconocido por el malabarismo con todo elemento esférico que se le cruce, ya sea una pelota de trapo, una fruta, lo que sea, dominando la misma con gran habilidad.

En el año 1927 en el Salesianito, se forma un equipo denominado “Los Azules”, donde Arsenio Erico con 12 años empieza sus primeros pasos en el fútbol, siendo una gran figura de ese equipo, que durante 5 años se mantuvo invicto y en todos aquellos años lograron el título. Llegando a 1930, Arsenio Erico son sus 15 años, ya era un crack.

Paralelamente a su participación en “Los Azules”, Arsenio hacía las inferiores en su “Nacional Querido”, es así como un día el técnico le dice “apurate mita´i, vas a entrar”, y a los 15 años Arsenio Erico debutaba en Primera División. Lastimosamente 2 años después la sombra de la Guerra se asomaba por el Paraguay. Arsenio Erico, titular indiscutido de Nacional, sintió el llamado de la patria y junto a sus amigos se alistaron para ir al Chaco. Sin embargo, antes de partir, fue convocado por la Selección de la Cruz Roja Paraguaya, para realizar una gira en Uruguay y Argentina que buscaría recaudar fondos. Es en esa gira, donde la gente de Independiente y de River Plate quedan fascinados con la habilidad del “9” y pujan por hacerse con sus servicios.

Según comentan, la negociación por Erico fue una película de espionaje. Luego de un partido, el Señor Alfredo Roche, presidente del Independiente de Avellaneda, se acercó a Arsenio Erico para expresar su interés formal de contratarlo. Erico le mencionó que su país se encontraba en plena guerra, que estaba prestando servicio como conscripto aspirante a la Escuela de Sub Oficiales, y que de aceptar la oferta sin permiso de sus superiores sería tomado como desertor. Le dijo lo mismo a los directivos de River Plate, con la salvedad de que se había comprometido con el Señor Roche en caso de que se diera la posibilidad de jugar en Argentina. Así es como el Presidente de Avellaneda consigue que el Ministerio de Defensa le de un permiso especial y la libreta de baja a Arsenio Erico, para poder vincularse a Independiente. La operación se realizó el 6 de abril de 1934, con las siguientes condiciones: 5000 pesos de prima por dos años, 200 pesos mensuales y otros premios. Luego de un breve descanso en Asunción, Erico partió a Buenos Aires, pero antes había entregado a la Cruz Roja Paraguaya los 5000 pesos de prima que le había adelantado su nuevo club. El presidente de River Plate envió un emisario a Asunción para que “cueste lo que cueste” se hiciera con los servicios de Erico, pero enterado que Arsenio ya había partido a Buenos Aires, se decidió que una comitiva lo esperará en el puerto y forzará su ida a Nuñez, pero Erico se bajo en la ciudad de Rosario y tomón un tren hacia Avellaneda.

El primer partido de Erico no fue el esperado, debutando el 6 de mayo de 1934 contra Boca. Pero la siguiente fecha, el 13 de mayo de 1934 ante Chacarita Juniors, es cuando comenzó la Era Erico en el fútbol argentino. Desde ese año hasta 1947 cuando se retiraría definitivamente del fútbol, Arsenio Erico deslumbró con su talento inigualable, los saltos espectaculares que llevaban su cabeza más arriba que las manos de los arqueros, las palomitas y el famoso Escorpión, las gambetas zigzagueantes, el amague. Erico era el ESPECTACULO de los domingos, muchos de hecho iban a ver los partidos de Independiente para ver a Erico, para ver sus goles magistrales.

La gente se preguntaba donde estaban los resortes que lo catapultaban tan alto, siendo que con su estatura de 1.75 podía llegar más arriba que cualquier jugador de por sí bastante alto . Erico impuso un estilo lleno de sutileza, un goleador elegante y con clase. Dicen las anécdotas que cuando se había dicho que Scotta supero los goles de Erico, un hincha de Independiente como no queriendo admitir, dijo: “pero che, los goles de Scotta son de Ferretería y los de Erico eran de joyería”.

En el año 1937, si bien Independiente no logró el título, Arsenio Erico se hizo con 47 tantos, siendo hasta hoy en la Argentina, el récord de goles en un solo torneo. Junto a De la Mata y Sastre hicieron una delantera letal, que marcó 106 goles en 34 partidos y marcó un nuevo estilo en el fútbol argentino. También es en esta temporada, cuando Erico anota 6 goles en un partido, ante Quilmes.

La gloria llegaría en el año 1938, cuando el ya consolidado el equipo de Independiente logra el título de campeón, con Arsenio Erico nuevamente como el máximo goleador del certamen con 43 goles. Fueron 115 goles en 34 partidos, récord del fútbol argentino para un club hasta hoy, con Erico a la cabeza. Ese año Paul Morand exclamó “¡Es Nijinsky!”, al verlo jugar. Erico, depredador de área pero elegante y plástico para moverse, provocaba ese tipo de elogio, inusual para un goleador de aquellos años: que un novelista y dramaturgo francés como Morand lo comparase con el mejor bailarín de ballet de la época, el ruso Vaslav Nijinsky.

En 1938, la marca “Cigarrillos 43” ofrecía un premio al que llegará a la friolera de 43 goles. Arsenio Erico tenía 41 goles dos fechas antes del final y le tocaba enfrentarse a Lanús. Erico se hizo rápidamente con 43 goles, luego de eso el público le recordaba que ya no debía seguir anotando, entonces cada vez que se proyectaba al arco rival, retrocedía y buscaba a un compañero para cederle el pase. Esa tarde, Independiente venció 8-2 a Lanús. En el año 1939, lograría el bicampeonato con Independiente y marcaría 40 goles en 32 partidos.

Esos fueron los años dorados de Arsenio Erico, su capacidad goleadora se redujo más no lo hizo su magia. Una lesión en la rodilla, que prácticamente destruyó sus meniscos, jugando así mucho tiempo, al final cedió, Arsenio ya no pudo y se retiro del fútbol profesional en el año 1946. No sin antes volver en 1942 a su Nacional Querido, con quien logró el título de campeón del fútbol paraguayo.

Cuenta la historia, que en el mejor momento de su carrera, la Selección Argentina pretendió armar un equipo fuerte para el Mundial de 1938 y para ello quería contar con Erico. Le ofrecieron 200.000 pesos para nacionalizarlo (5000 pesos costaba un auto 0 km), a lo que Erico respondió: “No, antes que nada, soy paraguayo”. Muchos argentinos aplaudieron esa sencilla demostración de patriotismo, un periodista porteño escribió: “El hombre de mimbre, el Paraguayo de Oro, cuanto lamentamos que no fuera argentino”

El Saltarín Rojo, gracias a su notable destreza para impulsarse y conectar el balón a una considerable distancia del suelo, llegó a anotar goles extraordinarios y de distinto tipo, uno de ellos adquirió impronta de leyenda: el que le convirtió a Boca Juniors el 12 de agosto de 1934. Tras el intento inicial de rematar de palomita un centro enviado por De la Mata, antes de caer al suelo Erico consiguió impactar la pelota en pleno aire con ambos tacos para mandarla al fondo del arco. Inicialmente esa jugada fue bautizada como el balancín, pero varias décadas después sería rebautizada como El Escorpión.

Alfredo Di Stefano, lo menciona siempre que puede ya sea en sus memorias y reportajes. Pese a ser hincha de River Plate, iba a observar las técnicas y juego de Erico. Incluso lo considera mejor que Pelé. En el Mundial 1966, Alfredo le envía una carta a Erico, diciendo “Yo solo he sido un pequeño imitador tuyo”.

Se casó con el amor de su vida, Aurelia Blanco en el año 1960. Luego de 17 años de feliz matrimonio, Arsenio Erico fallecía el 23 de Julio de 1977 a las 22:50hs de un paro cardíaco en el hospital Argerich de Buenos Aires, previa amputación de su prodigiosa pierna izquierda con la que hizo gozar a la afición paraguaya y argentina.

Luego de varias gestiones, el 25 de Febrero de 2010, Arsenio Erico regresa a su amado Paraguay. Tras varios homenajes, sus restos fueron depositados en el mausoleo de la Asociación Paraguaya de Fútbol, en el Estadio Defensores del Chaco.

Dentro y fuera de la cancha, resaltaron la humildad de Arsenio Erico. Un grande con todas las letras.

Los elogios hacía Erico son varios, por citar algunos:

«Él tenía, escondidos en el cuerpo, resortes secretos. Saltaba el muy brujo sin tomar impulso, y su cabeza llegaba siempre más alto que las manos del arquero, y cuando más dormidas parecían sus piernas, con más fuerza descargaban de pronto latigazos al gol. Con frecuencia, Erico azotaba de taquito. No hubo taco más certero en la historia del fútbol. Cuando Erico no hacía goles, los ofrecía, servidos, a sus compañeros»

Eduardo Galeano, periodista y escritor uruguayo

“Su ciencia maravillosa es fruto perenne de la improvisación de acuerdo con el obstáculo que enfrenta; por eso es tan difícil pararlo y por eso los guadañazos de las defensas se pierden en el vació…”. “Ni el club, ni los colores, ni la hinchada, ni la tradición interesan nada; el espectáculo es íntegramente suyo ¡Vamos a ver jugar a Erico!”.

Carlos de la Púa, poeta y periodista argentino

«Erico es diferente a todos, a todo lo que vi. Un jugador notable. Todo lo que engloban, sin exagerar, las cinco letras de la palabra crack. Para mí, un malabarista de circo, un artista. Perdón, un gran artista»

Alfredo di Stéfano, ex futbolista y ex entrenador argentino-español

«Su mejor arma era cuando saltaba. Les ganaba a los arqueros y metía todos los goles de cabeza. Era un delantero imposible de marcar. Pero no sólo eso: también era todo un caballero»

Francisco Varallo, ex futbolista argentino

«Pasará un milenio sin que nadie / repita tu proeza / el pase de taquito o de cabeza / Y todo lo hacía con elegancia de bailarín»

Cátulo Castillo, poeta y compositor argentino de tango

“Con Erico el fútbol se vistió de gala. Con Erico el fútbol alcanzó la cima. Muchos pretendieron alcanzar su trono. Se buscó en la historia nobres ilustres, estampas magistrales, con togas de académicos, de paraninfos ecuménicos, de aulas magnas. Se creó la leyenda para nadie hoy alcanzar ese sueño. Erico monopolizó las virtudes del fútbol. Erico era completo. Por arriba o por abajo, era un espectáculo. Una delicia, un virtuosismo increíble.

Sindulfo Martínez, periodista paraguayo.

“Supe desde siempre que había sido un genio del fútbol. El malabarismo de Erico, la gambeta de Erico, los cabezazos de Erico, las sutilezas de Erico, los goles de Erico solían presidir aquellas inolvidables tertulias futboleras en las que se discutía todo, menos la clase incomparable, acaso insustituible de este paraguayo mágico”

Aldo Proietto, periodista argentino, revista “Goles” – Julio de 1977

“Murió el artista del fútbol: Arsenio Erico. ARSENIO ERICO NOS PERTENECIÓ A TODOS QUIENES LO VIMOS JUGAR, PORQUE TODOS SIN EXCEPCIÓN FUIMOS HINCHAS DE ARSENIO ERICO”

El Gráfico – Julio de 1977

FUENTES: “Arsenio Erico, el ángel que jugó para los diablos” – Cátalo Bogado Bordón y Gilberto Ramírez Santacruz – El Gráfico – Diario ABC Color / Recopilación: Iván Kronawetter Pino, Asociación Cultural Mandu'arã.